el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 5 de diciembre de 2010

05/ 12: 100 BULLETS Vol.10


Dispuesto a cumplir la promesa de llegar a fin de año con el tomo 11 reseñado, me tiré de cabeza sobre el 10 cuando todavía tenía muy fresquita la lectura del 9. Y me encuentro con que pifié mi pronóstico de acá al planeta más remoto del Imperio Shi´ar. Yo vaticinaba un tomo con mucho protagonismo para Dizzy Cordova y en estas 192 páginas no sólo no aparece ni en una mísera viñeta, sino que ni siquiera se la nombra. Como adivino de sagas me cago de hambre, me parece…
De nuevo, tenemos buenas historias en las que pasa poco. Lo más destacado del tomo es la eliminación de otra familia del Trust (la de Nagel), mediante prolijas e inescrupulosas movidas de los dos miembros más poderosos del cónclave, cada uno por la suya, ya que tienen objetivos incompatibles: Augustus Médici por un lado y Javier Vasco por el otro traman complejas runflas, mitad para que el Trust triunfe en la guerra sucia contra Graves, y mitad para acumular más poder y más riquezas, como si las que tienen fueran pocas. El plot de los Nagel, estirado hasta el infinito, está bien condimientado con un flashback a la época en que Vasco, Médici y Graves eran jóvenes, que resulta intrigante y revelador a la vez.
Por el lado de los Minutemen, falta activar a uno sólo de la tropa original y acá Azzarello y Risso nos hacen entrar como camellos con un truquito perfecto: a lo largo de toda la saga te comés el amague de que el agente que falta es Ronnie Rome, un chabón grandote, amargo, metido con un capo mafia de la B Metropolitana y poseedor de uno de los infaustos maletines que suele repartir Graves. Pero al final resulta que no, que el Minuteman que faltaba es Remi, su hermano menor, un tipo sádico, mentiroso, canallesco y ventajero, que si no está metido en un kilombo mucho mayor o directamente muerto, es porque Graves lo desactivó y Ronnie hizo lo posible para cuidarlo y encarrilarlo para otro lado. De todos modos, Ronnie está tan bien desarrollado y trabajado que sería un pecado no hacerlo reaparecer, aunque sea en un rol secundario, en el tramo final de la saga.
¿Y eso es todo? Bueno, casi… También cobra muuuucha chapa Lono. ¿De qué juega este hijo, nieto y bisnieto de puta? Supuestamente es uno de los agentes de Graves, de hecho es quien logra re-encauzar a Jack para que se una a los nuevos Minutemen. Pero también rosquea a ocho manos con Médici, y en el unitario que cierra el tomo “opera” con la destreza de un maestro de la manipulación a un chico que recibe el maletín de Graves para acabar con la mujer que le cagó la vida. Por supuesto, todo 100 Bullets está teñido de ambigüedades, pero para dónde va a saltar Lono a la hora de la verdad, no tengo la más puta idea. Los otros personajes tampoco, y está bueno verlos desconfiar y sentirse incómodos en la presencia de este asesino pasado de rosca al que Azzarello supo dotar de una complejidad notable. Y lo otro que no se termina de explicar es cómo sobrevive Megan Dietrich al balazo que le vimos recibir en el restaurant de San Diego, en el tomo anterior (cortesía de Victor). Augustus Médici la convence de no tomar represalias y ya está, queda todo olvidado. Obviamente ahí pasa algo raro. Ojalá Azzarello revele pronto cómo vino la mano.
Entre estos plots, subplots, flashbacks, chistes groseros, diálogos tensos, hermosos juegos entre lo que Azzarello escribe en los bloques de texto y lo que Risso muestra en las viñetas, y excelentes personajes secundarios (la mamá de Ronnie y Remi, la novia y el amigo de este último…), nos fumamos otro tomo en el que las tramas avanzaron lo mínimo indispensable. Por suerte, entre todos estos recursos narrativos y la calidad -siempre pareja, siempre en un nivel inconmensurable- del dibujo de Risso, la cosa se hace más que llevadera. Nos falta recorrer apenas el cuarto final de la obra y -si bien no me animo a pronosticar nada para no sumar otro fracaso- no tengo dudas de que esto está por estallar.

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