el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 12 de diciembre de 2010

12/ 12: SEPTIMO CIRCULO


Seguramente alguna vez escuchaste aunque sea de rebote esa leyenda de la mitología cristiana que dice que los suicidas son condenados a vivir por toda la eternidad en el séptimo círculo del Infierno, una especie de barrio privado al que sólo acceden los que se quitan la vida por propia voluntad. Seguramente nunca se te ocurrió que podría ser un lugar tan fascinante y tan perturbador como el que pintan Diego Cortés y Nicolás Brondo en esta novela gráfica.
Séptimo Círculo es la historia de un pelado de barba (sabemos que se llama Roberto por haber leído el prólogo; en la historieta nunca se lo nombra) que decide pegarse un corchazo. ¿Qué le pasó? ¿Lo acechan las deudas? ¿Le descubrieron oscuros secretos? ¿Votó a Macri en 2007 y le vinieron ganas de votarlo de nuevo? No, la mujer a la que ama se tiró de un puente y él cree que, si se suicida, la va a encontrar en el más allá y van a vivir juntos por siempre. Las ganas de reencontrarse con Ana pesan más que las de seguir vivo, y a Roberto esa decisión le cuesta nada menos que la vida.
Y ahí vamos con él, a recorrer séptimo círculo del Infierno en busca de Ana. La vamos a encontrar (obvio), pero esta es una historieta tan impredecible que eso no va a ser lo más importante, el climax de la historia no está en el reencuentro de la pareja de suicidas. Al principio la novela es más descriptiva que narrativa: Roberto descubre un mundo nuevo, con reglas distintas de las de aquel que eligió abandonar, donde no gobiernan los demonios sino la desazón, la desesperanza, el vacío, la letanía. Y nosotros lo acompañamos y nos horrorizamos y sufrimos con él ante cada atrocidad, ante cada muerte espantosa y sin sentido que le toca presenciar. Pasadita la mitad del libro nos encontramos con Ana, en una escena tensa, de altísima carga emocional, que será rápidamente eclipsada por la siguiente escena, en la que Roberto se encuentra nada menos que con Dios. Y ahí la cosa pasa de grossa a gloriosa. Las 16 páginas finales de Séptimo Círculo son tremendas y no quiero decir ni media palabra al respecto para no spoilear nada.
Excepto por las escenas con Ana y con Dios, en el resto de la novela los diálogos escasean más que las copas en la vitrina de Gimnasia. Cortés construye al personaje de Roberto en el diálogo con Ana. Hasta ese punto lo acompañamos por este mundo crepuscular sin saber casi nada de él. Después de ese punto, lo entendemos como si lo conociéramos de toda la vida. Ahí Roberto deja de ser testigo y nos recuerda que es el protagonista, que sus silencios, sus miradas, su andar firme por este baldío metafísico eran coherentes con su forma de actuar, pensar y sentir. Y subrayo sus silencios. En este comic (como en Jueves, otra joya de Diego Cortés) los silencios son fundamentales.
La narrativa también. Con un narrador sin talento, esta historia no podría tener nunca 76 páginas. O sí, pero a la página 30 tirás el libro a la mierda al grito de “naaahh… me están cargando!”… Felizmente Nicolás Brondo pega un salto cuántico en su calidad como narrador y se despacha con un montón de secuencias de una solidez y una fuerza memorables. Es probable que Brondo no sea un virtuoso al nivel de los antiguos partenaires de Cortés (Juan Ferreyra, Federico Rubenacker, Renzo Podestá). Pero es un tipo que entiende perfectamente cómo plasmar en el papel los climas, que suelen ser lo más notable de los guiones de Cortés, y eso lo hace el cómplice ideal. Narrativa y clima logradísimos, un manejo de técnicas muy, muy grosso (claroscuro, crosshatching, esfumados con cepillo, manchas, tramas mecánicas, fotos retocadas, lo que quieras), enfoques invariablemente bien elegidos, puesta en página variada y osada, fondos en los que se nota que dejó la vida… La verdad es que los logros de Brondo son tantos y tantos más que en sus trabajos anteriores, que los rubros en los que no brilla tanto (las expresiones faciales, por ejemplo; sólo Dios parece “saber actuar”) no alcanzan ni en pedo para deslucir el conjunto.
Séptimo Círculo, amigo viñetófilo, es un comic exasperante, que te mete y compromete en situaciones y lugares en los que nadie en su sano juicio se quiere meter. Y lo hace con talento, con perversa genialidad, con bronca, con ganas de que termines el libro y te sientas cagado a trompadas pero contento. Si lo leés y no te copa, no descartes la posibilidad de pegarte un tiro.

9 comentarios:

SaKi dijo...

Es lo mejor que he leído de esa dupla, y he leído y tengo todo de ellos dos.

Creo que cada vez se van entendiendo demasiado bien y más a medida que pasan sus trabajos, y los resultados son para nuestro deleite.

Buena reseña.

Grupo Belerofonte dijo...

De lo mejor que he leído este año que termina.

Patricio dijo...

Se ve realmente excelente, de los círculos me acordaba de los de Dante , que parece que eran nueve. Un detalle Andrés es a color o en B/N. Que estés bien, ya queda poco para terminar con el Blog del 2010 y se agradecen como siempre las reseñas y las respuestas. Mucha dedicación y amor al cómic.

Andres Accorsi dijo...

Es en blanco y negro, Patricio.

Brondo dijo...

Que grande este Accorsi carajo! Gracias por la reseña Andres...Por el aguante, por la buena onda, por las criticas y los palos (trataremos de pulir un par de cosas) Sabes que siempre me rrremilcago de gusto como escribis y el hecho de que hayas hecho esta reseña me infla tanto que ahora mido tres metros de ancho y cinco de alto.
Esperamos estar a la altura de este libro, del cual estoy orgullosisimo (tanto de como quedo como de trabajar junto al Diegol) y espero tambien que los dejemos con la boca ASI de abierta cuando saquemos el quer viene...jeje
Gracias loco!!!! Abrazon!!!

Andres Accorsi dijo...

Ojalá la reseña sirva para que más gente se acerque al libro, porque realmente se merece ser leído (y comprado) por MILLONES de personas.

Sergio Más Comic dijo...

Es de lo mejor de estos pilluelos que quiero tanto, pero ojo, estos pibes no tienen techo. Cada vez hacen cosas mejores.
Muy buena crítica Andrés querido.

Jean Franco dijo...

A mi me re bustó, lo hicimos en "Carlota" al disco con papas, obviamente le pusimos un cacho de crema para que no caiga pesado.

Luciano Saracino dijo...

Sin dudas, este libro está en mi podio de lo mejor del 2010.
Dos grandes.

¡Gran reseña!