el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 18 de diciembre de 2010

18/ 12: ZOÉ


No tengo muy claro por qué, pero a Christophe Chabouté se lo ha editado poco en nuestro idioma. En una de esas es porque empezó a trabajar cuando ya no existían las revistas de antología, y por eso no cosechó una base de fans acostumbrados a seguir sus trabajos. Lo cierto es que este libro es el único de Chabouté que conseguí en castellano y para leer los otros, tuve que hacerlo en francés. Tampoco leí todos; creo que tengo dos o tres más. Pero me parece un autor completísimo, un verdadero maestro, y es una lástima que la gran mayoría de los lectores hispanoparlantes no lo tengan en el mapa.
Chabouté desentona un poco en el panorama actual. Sus historias no quieren ser modernas, su dibujo nos remite al de los maestros de los ´70 y ´80 (Jacques Tardi, Didier Comés, José Muñoz), sus temáticas van más allá de las modas y las coyunturas, y además suele elegir ambientaciones raras, lugares marginales, donde el vértigo del progreso nunca llegó, o se nota poco. Le gusta la narrativa descomprimida, con énfasis en las pausas, en los silencios, en los momentos en los que no pasa nada y el relato se detiene a mirar el vuelo de unos pájaros, o la marcha silenciosa de unas hormigas. Cualquier novela gráfica que Chabouté desarrolla en 100 páginas, encarada de otra manera y por otro autor se podría resolver en 40. Pero se perdería la magia, el laburo sutil y cautivante de construcción de climas, de build-up hacia lo grosso que va a pasar después. Y por supuesto, podríamos disfrutar durante menos páginas del excelente dibujo de Chabouté, capo absoluto del claroscuro y de una destreza con el pincel poco frecuente, un tipo que se mata con los fondos y la documentación y está radicalmente en contra del uso de la informática para la realización de sus comics. La narrativa, además de enfatizar las pausas y los climas, es poco francesa. Chabouté se lee más como comic americano (indie, claro) que como comic francés. La puesta en página, la elección de los planos, el trabajo de las secuencias, todo nos remite más a los autores yankis que a Moebius, Bilal o Tardi.
O sea que hay razones de sobra para dejarse seducir por Chabouté. En el caso puntual de Zoé, la historia es perfecta, redonda, inquietante y llena de sorpresas que estallan sobre el final y que nunca te ves venir. El clima de este extraño pueblito en el medio de la nada (por no decir en la concha de lora, que queda feo) te atrapa, te hipnotiza y ya para el final te asfixia. Para cuando te das cuenta de que esto no es una paja semi-autobiográfica del autor, ni una de terror demasiado sutil, el thriller te tiene agarrado de las bolas y estás esperando que termine el libro para poder respirar.
Así de bien llevado está el misterio, y por supuesto, bien condimentado con un buen desarrollo de personajes (principalmente Zoé y Hugo) y potenciado por la fascinación que crea Chabouté cada vez que se cuelga un par de páginas con detalles (hermosamente dibujados) de la vida en el pueblito de La Goule. Como en todas sus obras, el autor recurre a los diálogos casi cuando no le queda otra (esto llega al extremo en la majestuosa Tout Seul, su obra maestra, de 2008). A Chabouté le gusta muchísimo el cine (francés) y aprendió a mezquinar palabras, a contar siempre que se puede desde la imagen. Así logra que cada diálogo tenga un impacto mucho mayor, porque “rompe” con el status quo, que en este caso es el del silencio, de los animales, de los cementerios, de los que operan en las sombras y no quieren ser vistos ni oídos.
No puedo ahondar mucho más sin spoilear ni revelar detalles de la trama que prefiero que descubras por vos mismo. Zoé es una novela gráfica de enorme atractivo, pensada para engancharte de principio a fin sin el más mínimo recurso pochoclero. Está editada en castellano por La Factoría de Ideas y es anterior en el tiempo a Pleine Lune, La Béte y Tout Seul (sus obras más importantes), así que además sirve como puerta de entrada al apasionante universo de este excelente autor. Dale nomás, con confianza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Comentá el comic y dejate de hacer el que sabés idiomas porque aburrís.
Y comentá el material que uno puede conseguir, no el que conseguís vos solo de vaya a saber uno donde.
Por favor man, ponete las pilas, nos interesan los comics, no vos.

Andres Accorsi dijo...

Esto lo conseguí en una comiquería argentina a la que -creo- puede entrar cualquier, revolver y llevarse lo que le guste. Incluso estaba MUY barato (menos de $ 35). O sea que no creo haber sido el único que consiguió este libro...
Si querés, posteá una lista de lo que vos podés conseguir y yo elijo un par de libros de ahí para reseñar.
En cuanto a los idiomas, sí, leo comics en cinco idiomas distintos. Leer en varios idiomas no es un poder mutante que se te manifiesta en la pubertad. A mí me costó mucho esfuerzo, pero por suerte lo pude hacer. Y si yo lo hice, significa que cualquier otro ser humano con dos dedos de frente dispuesto a hacer un esfuerzo similar, también puede lograrlo.
¿Te molesta que alguien que se pone las pilas logre cosas? Eso se llama mediocridad y se cura rompiéndose un poquito más el culo...

Anónimo dijo...

Man, no lo tomes tan a pecho. No subestimes la inteligencia y la formación de tus lectores. No voy a sacar mi currículum porque acá no se trata de eso, pero te aseguro que no sos el único con 2 dedos de frente. Quizás fui duro (leyéndome nuevamente me di cuenta que fui duro realmente) pero te lo decía con onda, no se, cosas de Ivrea, cosas de Fierro, los tomos de Cazador, lo que edite Ovni, algunos clásicos, etc.
Por último: Se cordial, insisto no saco mi currículum para no faltarle el respeto al pibe que está leyendo y no sabe ningún idioma y no tiene ganas de ir a la Universidad (chicos, se trata de hacer lo que tengan ganas, no lo que a mamá le hubiese gustado). Te felicito por el blog, es muy bueno realmente, lo visito a diario, hoy Trillo-Risso, bravo! Firma: Dos dedos.