el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 18 de octubre de 2011

18/ 10: JEW GANGSTER


Bueno, la cortamos un toque con la magia y los elementos sobrenaturales. Es hora de un relato 100% verosímil, sin superpoderes, ni brujería, ni ciencia-ficción. El legendario Joe Kubert nos lleva a los barrios pobres de New York, en los albores de la década del ´30, cuando la Gran Depresión pegaba fuerte y la miseria acechaba en cada esquina. Allí nos espera una trama sórdida, sin concesiones, que arranca como la clásica “morality play”, avanza por esos carriles, y cuando uno cree que sabe cómo va terminar, pega un volantazo y termina de modo sorprendente.
Las cosas están duras para la familia Kaplan y Reuben, el pibe de 16 ó 17 años, decide que el camino del sacrificio y el esfuerzo que le señalan sus padres no lo va a sacar de la pobreza. Entonces opta por el Plan B: ponerse a las órdenes de un mafioso de barrio, a la sombra del cual crece, gana cada vez más guita y se mete en aprietes y “limpiezas” cada vez más heavies. Ruby no es un mal pibe, pero Kubert nos lo muestra tan compenetrado en ganar guita fácil y a como dé lugar, que el contrapunto con sus padres y su ética del sacrificio nos lo pinta como un verdadero canalla. Paso a paso, Ruby se aleja más y más de “la senda del Bien” y uno empieza a sospechar que va a terminar cagado a tiros en una zanja, por zarpado, por cagarse en las enseñanzas de sus abnegados viejos, por no salir corriendo cuando le dan un chumbo, o cuando le dicen “matá a este perejil”.
Pero lo que lo hunde a Ruby (y rescata a la trama de ese curso predecible y obvio) es ese momento en el que la oveja descarriada hace una de más: se garcha a la mujer de Monk, su jefe y mentor en el mundo del hampa. Ahí ya decís “No, flaco, ya es too much, te van a recontra-cagar a tiros y lo vas a tener merecidísimo”. En algún punto, Monk se entera de la traición de su “ahijado” y ahí viene el giro que hace que las últimas 25 páginas de la novela sean totalmente asombrosas, donde el trencito que avanzaba de modo tranqui y predecible por la vía que todos conocemos de memoria, se convierte en un mosquito fuera de control, que vuela por donde se le da la gana sin que nunca sepas dónde se va a posar. No te pienso contar cómo termina, pero ahí es donde se abren las infinitas posibilidades: la muerte, la redención, el manotazo de ahogado, el descenso definitivo a las ciénagas de la abyección moral… Miles de finales posibles para Ruby. Y Kubert opta por uno que cierra, que convence, que por ahí no es el más efectista, pero por lo menos no es obvio.
Igual, todo eso que te conté recién es sanata, a nadie le importa. Lo importante es que esto está todo dibujado y entintado por el prócer que, a los 79 años (esto es de 2005) estaba mejor que a los 40. Y lo que es aún más importante: está todo realizado en blanco, negro y grises. El Kubert de ahora, el mejor, el más sabio, el que encontró una síntesis alucinante, el del pincel imbatible, en blanco y negro. Eso es una orgía para los ojos, un deleite para todos los que deliramos con el claroscuro. El Kubert de ahora a color, por momentos parece Moebius. En blanco y negro por momentos parece Alex Toth, o Jordi Bernet, casualmente los dos dibujantes de Torpedo 1936 (la mejor historieta de gangsters newyorkinos jamás imaginada), pero con su identidad gráfica intacta. La reconstrucción de la época es brillante, los climas son asfixiantes, las composiciones son insuperables, las expresiones faciales son perfectas, los truquitos narrativos del maestro (los que pela cuando rompe la grilla de cuatro cuadros por página) son infalibles y las ilustraciones que separan a los episodios te hielan la sangre.
El Viejo Kubert, fundador de la famosa escuela que lleva su nombre, se arremangó y volvió a dar cátedra en una historieta que lo muestra vigente, potente y cancherísimo como dibujante, entintador y guionista. No la califico de “Historieta Perfecta” porque se cuida más de la cuenta a la hora de gambetear cosas que tendrían que estar, como son las puteadas y las tetas. En un comic repleto de asesinatos y torturas (más alguna violación, ¿por qué no?), andar escondiendo un pezón o que ningún gangster suelte un sólo “fuck” es medio traidor al espíritu del género. Pero sin ninguna duda, Jew Gangster es una gloria. Una fuckin´gloria.

2 comentarios:

rodrigo dijo...

Sin ánimos de entrar en polémica, pero un 95% lo que lees/reseñas, es glorioso, fastuoso etc.. ¿Tenes un olfato infalible? o ¿Previamente lees varias cosas y elegís lo que te va gustando? Porque hace un tiempo que sigo el Blog, y siempre me sorprende que el material que lees te copa tanto.

Andres Accorsi dijo...

Sí, es un olfato y no, no es infalible. Justamente sobre eso publiqué un articulito acá en el blog, el 15 de Enero.
No, no hay una selección previa para que lleguen al blog las obras que más me gustaron. Tengo tiempo de leer un sólo comic por día, y si lo que leí ese día no me gustó, la reseña lo refleja. Lo mismo sucede cuando algo me gusta hasta por ahí nomás, o cuando algo me parece glorioso.
Ojalá leyera sólo cosas que me parecen maravillosas. Sería la envidia de todos los comiqueros. Pero no es así. A veces me clavo con berretadas, o con material que pinta lindo, pero deja gusto a poco.