el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 18 de febrero de 2015

18/ 02: BARRAS VS. HOOLIGANS

Después de varios números autoeditados de la revista Barras, el creador de la serie, Emilio Utrera, decidió subir la apuesta y salir con una novela gráfica de 50 páginas para coincidir (más o menos) con las fechas del Mundial. El resultado es un producto atípico, muy raro, con algunos logros y unas cuantas limitaciones.
Lo primero que llama la atención es el prólogo, un texto pensado para contextualizar la historia y explicar algunas cuestiones que tienen que ver con las barras bravas argentinas, brasileras y británicas. Y llama la atención porque el texto está muy mal redactado, con serios problemas en la gramática y en los signos de puntuación. Esos mismos problemas se van a ver a lo largo de toda la historieta, no sólo en los globos de diálogo (en los que los errores podrían ser intencionales, para reflejar los modismos medio deformes con que se expresan los barras) sino también en los bloques de texto, en los que toma la palabra un narrador omnisciente. Ahí hay faltas de ortografía, espacios entre las palabras que no están o están mal puestos, muchos signos de puntuación, acentos y hasta letras faltantes, y textos que no encajan bien en el espacio de los globos. Un verdadero alud de desprolijidades que, sumado a la espantosa tipografía elegida para los textos, hace que todo el libro sea muy arduo de leer.
Lo peor es que el argumento en sí es bueno. Está bien documentado, la acción está bien dosificada, todo lo que pasa es creíble, tiene momentos de verdadera tensión, momentos cómicos, situaciones muy extremas, muy impactantes, y además es muy revelador en su intento de mostrarnos ese “lado B” del Mundial, que tiene que ver con la violencia, el kilombo propiciado por estos salvajes, y los métodos (legales, ilegales y cuasi-legales) que usan para financiarse. A lo largo de 50 páginas, muchos personajes entran y salen de escena, y en ningún momento te perdés, ni te los confundís, porque Utrera se esfuerza para darles a todos rasgos distintivos, tanto en el diseño como en la personalidad. Hay una “traición” grossa, que es que el enfrentamiento con los hooligans a los que hace mención el título es casi una anécdota menor, que ocupa poco más de cuatro páginas. El título “honesto” de la novela debió haber sido Barras en Brasil.
O sea que los problemas son mayoritariamente de guión, no de argumento, ni de dibujo, ni de narrativa. Utrera es un gran osbervador de los comportamientos, la forma de hablar, de moverse, hasta de vestirse de estos… homínidos, y hasta logra que uno les cobre un cierto afecto a pesar de mostrarlos como una manga de bestias, de marginales, siempre al borde del delito y el descontrol.
El dibujo está muy bien, es muy dinámico, muy plástico, muy expresivo, y se apoya en un claroscuro fuerte, intenso, poderoso. Me hizo acordar a los mejores trabajos de Fernando León González, pero con más mancha negra. La puesta en página está muy bien, pensada para sumarle vértigo a las tropelías de los barras, y además potenciada por una gran variedad de ángulos y enfoques y un despliegue muy generoso en materia de fondos. Si no te produce rechazo su impronta grotesca, exagerada, seguro te va a gustar el dibujo de Utrera, como le gustó a los coordinadores de Vertigo que ya le publicaron algún trabajo en EEUU.
Acá había personajes, situaciones, datos de la realidad y sobre todo una temática, como para mandarse una muy buena novela gráfica. No llegó a octavos de final porque le patearon en contra los textos, que es sin dudas el punto que Utrera deberá repensar (o delegar) en futuras historietas, con o sin barrabravas.