el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 8 de marzo de 2015

08/ 03: LOVELESS Vol.2

Segundo tomo de esta serie y ahora sí, empieza a estar más claro por qué, a pesar de la jerarquía de sus autores, no logró pasar la marca de los 24 episodios. Lo mejor de este tomo (creo que de los dos tomos que leí hasta ahora) son los tres unitarios con los que arranca el Vol.2. El primero es brillante y está protagonizado por Atticus Mann, el ex-esclavo negro convertido en cazador de recompensas. Si sospechabas (como yo) que el rol de este personaje podía crecer hasta convertirse en fundamental para el desarrollo de Loveless, acá Brian Azzarello te da la razón y le inyecta al personaje toda la onda y la complejidad necesaria para que ese crecimiento sea sustentable a lo largo de los episodios.
El segundo unitario se centra en Ruth, la mujer de Wes Cutter. Es otro desafío para Azzarello, porque en todo el episodio no hay tiros ni piñas. Son, básicamente, mujeres hablando. De la Guerra, de sus maridos, de sus anhelos… y también hay unas pinceladas más para Jonny, el hermano de Wes, que al principio pintaba para villano y pareciera cumplir un rol más ambiguo. El tercer unitario también, es una charla tranqui entre Wes y Trotter, el hombre que lo nombró sheriff de Blackwater. Pero acá sí, Azzarello mete varios flashbacks bien shockeantes, con tiros, persecuciones y explosiones, ambientados en la época de la Guerra. No está al nivel de los otros dos, pero se la banca muy bien.
Y nos queda un arco argumental de cuatro episodios bastante piantavotos: hay demasiados personajes, todos hablan mucho y los conflictos se definen de forma bastante etérea. El primer tramo enfatiza el rol de villanos de Boyd y su banda (responsables de matar y colgar de los árboles a familias enteras de negros) pero después aparece un nuevo asesino, Punch, que juega más de keruza y es potencialmente más peligroso. En el medio hay muchas persecuciones, emboscadas, intentos de boletear a Boyd, charlas, roscas y conjuras entre los pobladores de Blackwater para sacarse de encima a Wes, más flashbacks jodidos a la época en la que Ruth se quedó sola… y nada termina de impactar. Es como un rompecabezas en el que las piezas están buenas, pero no terminan de encajar. El accionar del propio Wes es tan liviano, tiene tan poco peso en lo que sucede, que no se termina de entender.
Por suerte, cuando lo que pasa no te interesa, Azzarello te ensarta con el cómo sucede. Narra secuencias en paralelo, combina los diálogos con imágenes que no corresponden a esa escena pero que terminan por vincularse en ese juego entre texto y dibujo que Alan Moore le enseñó a todos, calza los flashbacks donde más duelen y te acribilla con los diálogos. O sea que incluso este arco medio endeble se hace sumamente llevadero. Y los unitarios, más focalizados, con más fuerza argumental, son exquisitos.
Un detalle no menor es que esos tres unitarios están dibujados por el prócer croata Danijel Zezelj, quien ya había colaborado con Azzarello en el electrizante western El Diablo (ver reseña del 06/07/10). Una vez más, el croata detona su devastador arsenal de recursos para elevar el claroscuro a una potencia brecciana y, si bien se zarpa un toque en la política de “no te dibujo un fondo”, pela unas páginas impresionantes, desbordantes de expresionismo y de emoción, con un gran manejo de la acción y unos caballos majestuosos, todo muy bien complementado por la paleta de Patricia Mulvihill.
Después tenemos unas cuantas páginas de Marcelo Frusín (que pintaba para titular pero apenas llegó a dibujar siete episodios), también a un gran nivel, con momentos de una oscuridad casi mignolesca y un gran trabajo en las expresiones faciales. Pero el rosarino cuelga los guantes a la mitad del arquito y se va para no volver. Este es (por ahora) su último aporte al sello Vertigo. Entra del banco de suplentes el italiano Werther Dell´Edera, un dibujante más tranqui, con mucha menos personalidad que Frusín, una especie de Giuseppe Camuncoli con poca onda. Dell´Edera conserva esa impronta gráfica basada en el claroscuro, pero tiene un trazo más finito, menos plasticidad en los cuerpos y se zarpa mucho menos a la hora de graficar la violencia y las atrocidades que imagina Azzarello para los personajes.
O sea que sobre siete episodios, tenemos cinco dibujados como la San Puta y los dos últimos, bastante por debajo. Lo peor es que este dibujante “menor” será el titular en la segunda mitad de la serie, que está toda recopilada en el Vol.3. Prometo entrarle pronto. Mientras tanto, si sos fan a muerte de Zezelj y rastreás por cielo y tierra sus trabajos, acá tenés más de 60 páginas del ídolo realmente gloriosas. Y si seguís a todas partes a Frusín, acá están sus últimas 44 páginas publicadas en Vertigo. ¡Buena cacería!

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